viernes, 15 de enero de 2010

El Gran Ataque de los Colihuachos

Justo cuando iba a escribir otro de los cuentos de Eugenio, me encontré con la historia que una norteamericana escribió el año pasado en el internet. Me pareció una situación tipica de cuando alguien está en un ambiente ajeno. Entonces, sin querer ser despectivo y con todo respeto, como dicen por acá, voy a traducir parcialmente lo que encontré excluyendo lo que no se refiere a los colihuachos. Y digo con todo respeto y la reproduzco, porque sospecho que la misma gringa se daba cuenta que no se veía muy fría, compuesta y elegante durante los sucesos. (Iba a decir "luctuosos sucesos" pero eso sería como ser acarreado por la atracción de los lugares comunes). Pero, bueno, aquí va la historia del ... ¡ta-ta-ta-tan...!

Gran Ataque de los Colihuachos.

Sucedió en la costa cerca de Valdivia.


"Al llegar a la playa empecé a escuchar un zumbido. Miré alrededor y me encontré con este insecto extraño... ¡Extrañísimo!... Si tuviera que describirlo, diría que era como quien dice un tábano si es que los tábanos fueran gigantes con pedazos de piel roja y colmillos. (Nota del traductor: yo sólo traduzco). No tuve tiempo de que en mi mente se registrara la sorpresa, cuando apareció otro y luego dos más y en un momento todo el espacio estaba vibrando al unísono con las alas de estos tábanos que trataban concertadamente de aterrizar en mi polera negra más rápido de lo que los podía rechazar. Inmediatamente descubrí que sus colmillos no eran sólo para atemorizar... mordían y mordían con ganas, sin importarles la velocidad con que trataba de alejarlos".

"En un momento tenía espalda y piernas llenas de mordiscos... empecé a desplazarme para atrás y adelante tratando de ganarles en velocidad pero los insectos me vencían fácilmente. Ya sin otro recurso, abandoné toda clase de vergüenza y corrí desesperada blandiendo los brazos como aspas de molinos de viento... logré golpear a algunos. Sentí sus cuerpos gordos, como pelotas de pin-pon".

"Pronto el enjambre creció tanto y era tan agresivo que el primer ataque, en comparación, era como de mariposas. Estaban por todas partes. Me cubrían brazos y piernas. Se arrastraban por los intersticios de la ropa, rasguñaban mis rodillas. Zumbaban con un terrible murmullo colectivo que habría apagado el ruido de un helicóptero con su volumen ensordecedor. Ya era demasiado para mí. Me lancé como enajenada en cualquier dirección tratando de buscar amparo. Cerca de la senda había tres hombres sentados contra una muralla tranquilos y entretenidos con el espectáculo que les estaba dando".

"Con gran alivio me dí cuenta que los insectos no me seguían hacia la sombra. Además, los hombres no sólo eran amigables sino que también pacientes con mi horrible manera de hablar el español. Uno de ellos agarró uno de los bichos en el aire y sosteniéndolo cuidadosamente entre su pulgar e índice me mostró sus afilados dientes (otra nota: sólo traduzco). Súbitamente hundió sus pulgares en la criatura y la abrió como un libro. Dentro de la cavidad del cuerpo yacía temblando una gota dorada que el hombre chupó con descuido, tirando los restos del bicho por sobre el hombro".

- "Es como miel - dijo sonriendo".

"Una niñita salió corriendo de una casa vecina y pidió que alguien le cazara unos 'colihuachos' (ese es el nombre de los tábanos). Los hombres accedieron y empezaron a abrirlos como maníes y a entregárselos para su deleite. Luego, tal vez cansada de comerlos la niña se distrajo y empezó a perseguir a un gallo que andaba picoteando por ahí, riéndose como loca".

Blair Braveman (Aunque los nombres no se deben traducir, éste se puede interpretar libremente como Belinda Valiente)